Caso 1:

Loly Tumor cerebral

 

Cirujanos del Hospital Escuela de la Facultad de Ciencias Veterinarias UBA operaron recientemente a una perra de un tumor alojado en el interior de su cráneo. Es la primera vez que se realiza este tipo de intervención en la Facultad que por otra parte registra pocos antecedentes en el país. Participaron de la operación los doctores Víctor Cairoli, Pablo Meyer y María Elena Martinez, del Servicio de Cirugía; María José Caruso como anestesista y Adriana Suraniti del Servicio de Neurología.

 

Loly, la paciente en cuestión (foto), es una perra de raza ovejero alemán de siete años que vive en la localidad balnearia de San Bernardo. Allí transcurre sus días en la tranquilidad de sus excursiones al mar y la playa y con la compañía de otro perro.

 

"Un día nuestra perra comenzó a sufrir convulsiones nerviosas y como recientemente su madre había muerto de un tumor cerebral, entonces decidimos consultar en forma inmediata a un veterinario de la zona", recuerda a Infovet Diego Pisera, propietario de la perra.

 

El profesional que la atendió pidió hacer una serie de estudios complementarios y en base a los resultados se llegó al diagnóstico: la perra tenía un tumor en el cerebro. Teniendo en cuenta la complejidad del caso este veterinario derivó la consulta a una colega con mayor experiencia en la materia, la doctora Martínez, quien sugirió a los dueños de Loly que la trasladen a Buenos Aires para atenderla en el Hospital Escuela de la UBA.

 

Una vez que la perra fue atendida en la Facultad le hicieron los estudios necesarios que permitieron confirmar el diagnóstico y precisar el tipo de tumor: se trataba de un meningioma, es decir, un crecimiento anormal localizado en las meninges, la delgada membrana que recubre los órganos del sistema nervioso central. El tumor consistía en una pequeña esfera de no más de un centímetro de diámetro. Si bien desde el punto de vista de las características de sus células este tipo de tumor se clasifica como benigno debido a su ubicación, dentro del cráneo, esa benignidad se transforma en relativa ya que a medida que crece puede comprimir partes del cerebro y comprometer seriamente la vida del animal.

 

"Afortunadamente el tumor de la perra se detectó en forma precoz y además contribuyó su ubicación, en la parte externa del cerebro, lo que permitió su abordaje sin causar daños al resto del tejido nervioso", explica Víctor Cairoli, del Servicio de Cirugía (ver infografía).

 

Luego de la operación, la perra no cambió en absoluto su carácter, es más, según dichos de su dueño "hasta aumentó su apetito". A fines del mes pasado Loly volvió a la Facultad y allí le hicieron una serie de estudios para evaluar el estado de dos de sus sentidos: la vista y el oído. "Las pruebas de potenciales auditivos y visuales que le realizamos a la perra dieron resultados satisfactorios", comenta por su parte Adriana Suraniti, del Servicio de Neurología.

Ahora que los análisis demostraron que todo esta bien, Loly seguirá tomando por seis meses una medicación para prevenir posibles convulsiones pero ya está lista para volver a corretear junto con su compañero por las playas de San Bernardo.

 

Por Med. Vet. Julio Bernal

Prensa y Divulgación Científica

Secretaría de Extensión Universitaria

Facultad de Ciencias Veterinarias UBA

divulcie@fvet.uba.ar

 

Fecha de redacción: julio de 2002

Artículo publicado en el número 51 de Infovet

 

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